Por Esmeralda Vargas/Zunoticia
Tianguistengo, Hgo.- Uno de los municipios más pequeños de la sierra, se presenta hoy como un lugar donde el silencio y la calma predominan en sus calles. Este pequeño rincón del estado, conocido por su tranquilidad, ha experimentado un notable descenso en la actividad cotidiana desde el inicio de la pandemia.
Lucía Ortega, una residente local, ofrece un testimonio revelador sobre el impacto de la crisis sanitaria en el municipio. Según Ortega, “Desde que sucedió la pandemia, la gente se acostumbró a estar encerrada. Muchas tiendas cerraron en esa época y, aunque algunas volvieron a abrir, el cambio ha sido evidente.” Antes del confinamiento, las tiendas del pueblo operaban desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, marcando el ritmo de una vida que ahora parece haberse desacelerado.
El fenómeno de la desactivación económica se ha visto acompañado por una disminución en el movimiento de las calles. Sin embargo, Tianguistengo aún conserva una fuente importante de dinamismo: los estudiantes que llegan de otros lugares para continuar sus estudios. La presencia de estos jóvenes representa una bocanada de aire fresco para la economía local, contribuyendo al mantenimiento de un flujo constante de actividad en el pueblo.
A pesar de los desafíos que enfrenta, Tianguistengo continúa siendo un testimonio de la resiliencia comunitaria, mostrando cómo los pequeños pueblos pueden adaptarse y mantenerse vivos a través de sus recursos y la vitalidad de sus residentes temporales.
