- Solo por seis meses y después se iba, ya cumple el primero de Agosto 39 años de bibliotecaria
Por: Justino Gutiérrez/Zunoticia
Ciudad Valles, SLP.- En 1986 ni siquiera se pensaba que el principio del fin del Partido Revolucionario Institucional estaba cerca; sin embargo, instituciones como el Fideicomiso para Cañeros de Escasos Recursos, dirigido por Pedro Manuel de la Fuente, un conocido de los vallenses, estaba a punto de desaparecer por el mes de julio de ese año.
Alejandrina Rodríguez Lucero, era la secretaria del “número uno”, su vida de veinteañera se diluía por las zonas cañeras de todo el país; “en mi familia me decían que yo me veía muy feliz, y cómo no si un día dormía en una ciudad y luego en otra”, dice la ahora coordinadora regional de bibliotecas.
Para el mes de julio de 1986, ya se había consumado la desaparición de FIOSCER, “llegué a la casa y me dijeron que el licenciado Miguel Romero Ruiz Esparza, presidente municipal me andaba buscando, que me comunicara con él y así lo hice”.

Alejandrina, prosigue su relato “el licenciado Romero, me dijo que su compadre Pedro Luis Naif Chessani, delegado del ISSSTE en el Estado, traía la idea de instalar una biblioteca en Ciudad Valles, otra en Rioverde y San Luis Potosí, y pensé en ti; pero la verdad es que no me atraía la idea de lidiar con chiquillos y muchachos”.
Rodríguez Lucero, hace una retrospectiva y dice que en 1974 Leonardo Zúñiga Azuara, fundó la biblioteca Salvador Díaz Mirón, la misma que está en la calle Pedro Antonio Santos, encargando su construcción al arquitecto Antonio Esper, pasando durante más de diez años sin pena ni gloria.
“El licenciado Miguel Romero, para convencerme me invitó a comer al hotel entonces conocido como Posada Don Antonio, le dije que no era lo mío, que iba a buscar trabajo en alguna dependencia estatal o federal, ya me veía como secretaria en la Agencia del Ministerio Público o en un juzgado, de plano me resistía y hasta le dije si quiere mándeme de secretaria al penal con los chicos malos, pero a una biblioteca no”.
Añade Alejandrina, que diez minutos fueron cruciales en ese momento de su vida, me dijo el licenciado Romero “te doy diez minutos para que te decidas; entonces vi a Yola, una ex compañera de FIOSCER, estaba en la recepción del hotel; me acerqué y le pregunté qué hacía ahí, me dijo que buscando trabajo, que ya había recorrido a pie toda la carretera Valles Rioverde y el bulevar y que no había vacantes”.
“Me despedí de ella –dice Alejandrina- y empecé a caminar hacia la mesa donde estaba el licenciado Romero, tomé mi carpeta donde llevaba todos mis documentos y le dije: dígame licenciado, dónde hay que firmar”. La coordinadora de bibliotecas hace una pausa y dice, “el licenciado se me quedó mirando y me dijo: y ahora ¿qué pasó? Solamente le respondí: es que acabo de platicar con Dios”
Fue así, como el 26 de julio de 1986 “conocí la biblioteca Salvador Díaz Mirón y quienes ahí trabajaban me dijeron que había tres mil libros; como iban a llegar seis mil quinientos libros, los que ahí estaban se tendrían que sacar, siendo llevados a un local de comerciantes por la calle Porfirio Díaz, que prestó Miguel Jiménez”
Alejandrina hace un compás en la plática; dice que ISSSTE tenía un red de bibliotecas creada por Miguel de la Madrid; Pedro Luis Naif, pensó en un local en la calle Escontría, frente al antiguo ISSSTE, la idea era que los pacientes tuvieran un espacio para leer mientras les tocaba la consulta, pero el lugar era muy pequeño, entonces le platicó su dilema a Miguel Romero y éste le dijo que él ponía la biblioteca y el ISSSTE los libros, y así nació la biblioteca ISSSTE Municipal; el acuerdo era también que el organismo pagaría tres empleados y el municipio tres”.
El 27 de julio llegó el primer camión, con mobiliario y en los días restantes del mes el resto incluyendo los libros, programando el día uno de agosto para la magna inauguración, como así ocurrió, dice Alejandrina Rodríguez.
Añade que habiendo conocido el trabajo en la biblioteca “inquieta como soy no me quedé ahí, estudié la carrera de bibliotecaria y después todo lo correspondiente a este trabajo”, abunda en que “fuimos un verdadero fenómeno, de ser un lugar poco frecuentado, de pronto ya estábamos atendiendo a doscientos alumnos diarios, luego a doscientos cincuenta, llegamos a tener trescientos y un poco más en un mismo día, habilitamos un espacio en el acceso, debajo de un árbol”.
Recuerda Alejandrina, que en aquellos días de intenso ajetreo “un día llegué a la casa en la tarde con cara de moribunda, mi hermana Elia me vio y me preguntó qué era lo que me pasaba, si unos meses atrás yo era toda alegría, revoloteaba como mariposa; le dije si quieres la respuesta ve a la biblioteca, y fue, se sorprendió al ver a cientos de niños y muchachos”.
Alejandrina Rodríguez Lucero, cumplirá este primero de agosto, treinta y nueve años de ser bibliotecaria. Luego de que le dijera a Miguel Romero que “en seis meses yo me voy licenciado”
Y recuerda que “Dios me dijo, que mientras otros sufrían por encontrar un trabajo, yo estaba rechazando una oportunidad que muchos quisieran”.