No existe mejor remedio que tener pensamientos positivos; no existe mejor terapia que las actitudes de bien, de conciliación, de perdón, de armonía y de paz, porque el conjunto de todo ello representa el andamiaje más exacto para alcanzar la plenitud de gozo.
¿Qué es la actitud? “Actitud es un sentimiento interno que se expresa en un comportamiento externo.” —John C. Maxwell
Cuando nos sentimos alegres por una o varias razones, se expresa ese sentimiento en nuestro rostro. No podemos evitar sonreír, las personas nos dicen “veo un brillo especial en tu cara” o “te ves muy bien ¿qué te hiciste?” Pero ese fuerte sentimiento no se limita al rostro, es todo un lenguaje corporal: caminamos erguidos, con la frente en alto y afirmando nuestros hombros con cada paso. Sin decirle a nadie que estás alegre o feliz, cualquier persona puede deducirlo. Lo mismo aplica al contrario, cuando estás triste, tu semblante cambia, te encorvas, caminas lento y arrastrando los pies, etc. Creo que es fácil captar la idea. Así como te sientes, actúas.
Ahora bien, creemos que es lo más normal actuar de acuerdo a cómo nos sentimos o reaccionar de acuerdo a lo que sucede alrededor nuestro. Estamos acostumbrados a dejarnos llevar automáticamente por nuestros sentimientos y permitimos a estos permear nuestro entorno y condicionar nuestras acciones. Y de eso no puede venir nada bueno, ya que si dejamos que la marejada de nuestros sentimientos determine nuestras acciones, no habrá consistencia alguna en el poder de deciión, no habrá gobierno para dirigir nuestras metas y objetivos y cuando los sentimientos sean negativos, como la ira o la tristeza, la amargura, la duda, la inseguridad, nos pueden llevar a la asunción de actitudes impulsivas, equivocadas y nefastas con acciones destructivas.
¿Qué pasaría si solo fuésemos al trabajo cuando “tuviésemos ganas” o si solo amaramos a nuestros hijos o a nuestra pareja “únicamente cuando se portan bien”? Sería un desastre, y ustedes podrían decirme: “Pero esas son nuestra responsabilidades”. Yo les diría: “¡qué bien que lo mencionan!” Porque también nuestras actitudes deben ser nuestra responsabilidad y ahí está la clave para superar este paradigma. Si dejamos que nuestros sentimientos tomen el control de nuestras acciones, entonces nos volvemos reactivos a las circunstancias, sin capacidad para orientar nuestra conducta, sin orientación para perfilar el rumbo, ni poder para determinar nuestro destino,
Nuestra actitud debe ser siempre una decisión consciente de nuestra voluntad. Toma tiempo y esfuerzo en orientar la voluntad para hacer “lo que es correcto” en lugar de solamente reaccionar compulsivamente, como autómatas. Existen personas en las peores circunstancias que lo han logrado y ha sido para ellos la diferencia entre la vida y la muerte.
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“En el año de la muerte, estoy vivo.
En el año de la enfermedad, estoy sano.
En el año de la escasez, he sido bendecido con pan en mi mesa.
En el año de la caida, estoy de pie.
En el año del temor, estoy confiado.
En el año de los desastres, estoy seguro.
Este ha sido un gran año.
Tengo un Gran Dios.
“Cuando todo el mundo parece ir a la deriva, nuestra familia sigue aun su camino y no se ha hundido, y no ha sido por nuestras fuerzas, sino solamente por su gracia.”
Gracias a Dios porque en este gran año sigo aquí, de pie, con salud y con toda la fe en que saldremos adelante.
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Agradece la gota que colmó el vaso, es la semilla del cambio que pedías; sufrimos mucho por lo que nos falta y valoramos poco lo que tenemos. Todo lo que sucede en tu vida tiene un propósito de ser.
Casi siempre olvidamos la perfección del universo; mantén la calma, recuerda que lo fácil ya lo hiciste, lo difícil lo estás haciendo, lo imposible, tardarás pero puedes lograrlo. Todo es cuestión de actitud; no se trata de lo que ocurre sino de cómo lo afrontes. El manejo habilidoso de conflictos es la franquicia de la personalidad sobresaliente o decadente de cada persona.
Es mediante esta línea de pensamiento como llegamos a la razón de que, únicamente modificando las actitudes interiores de nuestra mente, podemos transformar los aspectos exteriores de nuestra vida.
Los buenos sentimientos se generan en tu mente, se transmiten a través de tu actitud, y se reflejan en tus ojos y en tu sonrisa. Los ojos son el espejo del alma; de lo que habita en nuestro interior; de lo que guarda el espíritu y de lo que atesora el alma.”
“Una sonrisa abre las puertas del corazón y una mirada abre las puertas del milagro.”
Las personas felices no pierden el tiempo haciendo el mal a los demás. El mal es una cosa para gente infeliz, fracasada, frustrada, insegura, mediocre y envidiosa. Sus actitudes de mal no revelan otra cosa que el reconocimiento más exacto a su propia insignificancia y a su pobreza de espíritu.
“Cuando por los años no pueda correr, trota; cundo no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, apóyate, pero jamás te detengas.”
Alejandro Magno fue el rey de Macedonia que dio vida a la expresión: “Quemar las naves”, y esto a partir de una maniobra militar. Al llegar a la costa fenicia, Alejandro Magno observó que sus enemigos le triplicaban en número y que su tropa se veía derrotada antes de pisar el campo de batalla.
Alejandro Magno desembarcó e inmediatamente mandó quemar todas las naves. Se cuenta que mientras su flota ardía, el líder macedonio «reunió a sus hombres y les dijo: Observad cómo se queman los barcos… Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. “Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos.”»
Por Aníbal Torres Salguero