Huejutla, Hgo.- Teniendo conocimiento que las crónicas históricas refieren que Huejutla, cuyo nombre primitivo fue Tamsobtocoy o Tantocoy, fue establecido por individuos de la etnia huasteca, es forzoso conocer los siguientes aspectos relacionados a su cultura, no obstante que los actuales habitantes del noroeste del Estado de Hidalgo (Huejutla y la región), son “huastecos por geografía… más no por etnia”.
La huasteca es una región de tierras cálidas y bajas, ocupa el extremo norte de la franja costera tropical y húmeda que bordea el Golfo de México. Aunque el territorio no tiene límites oficialmente definidos, la máxima extensión de los asentamientos prehispánicos permite deducir términos: Al sur, hasta el Río Cazones (Veracruz); norte, las estriaciones de la Sierra de Tamaulipas, abarcando por la costa de la desembocadura del Río Soto la Marina; oeste, la Sierra Madre Oriental con límite Tehuetlán (Huejutla); y por el oriente el Golfo de México.
En la actualidad los teenek o huastecos, habitan solamente en una pequeña zona de la Región Huasteca, es una franja oblicua discontinúa que se extiende desde Querétaro a Naranjos y Cerro Azul, Veracruz. Su expansión territorial fue frenada por las conquistas mexicas consumadas por Axayácatl; Tizoc; Ahuitzol y Moctezuma, viniendo después, en 1519, la penetración española, fecha en que Alonso Alvares de Pineda remontó la barra de Pánuco encontrando algunos poblados huastecos a lo largo de la ribera del río.
Según crónicas de Fray Bernardino de Sahagún, la región “Cuexteca” y los habitantes de la misma, los cuextecas, adoptaron el nombre de un caudillo llamado Cuextecátl, quien desde la Península de Florida (hoy Estados Unidos), los condujo atravesando en canoas el Golfo de México hasta Panco, ahora Pánuco, nombres que tienen similar significado: “Los que cruzaron el agua.”
Pero también hay otra hipótesis, muy probable por lo que es la más aceptada, la cual se inclina a que la población maya se extendió a lo largo y ancho de la fértil costa del Golfo de México, hasta que una intrusión de hablantes de una rama distinta, mixe-zoque, fue la que provocó su separación en dos grupos hace unos 3,600 años. La parte rezagada en el sur, crearía siglos después la asombrosa civilización maya. La otra, aislada en el norte se diferenció aún más de su tronco original, dividiéndose en la lengua huasteca o téneck.
No obstante, la cultura huasteca, propiamente dicha, es producto no únicamente de esa etnia, sino de un conglomerado de aportaciones de otras diversas que compartían y aún comparten hasta la fecha el mismo espacio geográfico, principalmente nahuas; otomíes; totonacos; tepehuas y pames.
Es muy posible que los teenek, palabra que significa “los que viven en el campo con un mismo idioma, sangre y comparten vida”, hayan llegado al área donde se desarrollaron entre los años 1500 y 1200 a. C, teniendo de inmediato contacto con otros grupos que ya habitaban el territorio. Sin embargo, los huastecos comenzaron a tener importancia posterior a los años de 750 a 800 d. C, alcanzando una especial relevancia en el Período Posclásico.
La economía de los huastecos, como de la mayor parte de los habitantes de los pueblos de Mesoamérica, se basó en la agricultura. No obstante, destacó entre los demás en lo que respecta a la alfarería y la artesanía de barro, de hecho este arte fue importante en su patrimonio contribuyendo a su progreso
Al respecto, María Teresa Uriarte manifiesta en el prólogo del libro denominado “Piedra, Arcilla y Caracol”, que según fuentes del siglo XVI, los habitantes de esta región tuvieron fama de ser licenciosos, más bien, muy entregados a los placeres de la carne, por lo que se pregunta: ¿Cómo sería el arte prehispánico de un pueblo con dichas características? Supone que necesariamente habría de haber sido libre, sensual, por lo tanto las texturas y formas suaves, con temas relacionados a una ideología acorde a ese carácter.
Y una muestra fehaciente de ello, es que la escultura de barro fino no se limitó a formas de animales o vegetales, como en otros sitios mesoamericanos abundaban las figurillas femeninas que se ha supuesto siempre y por razones obvias, que están muy asociadas a la fertilidad. Representan mujeres desnudas a veces embarazadas, como clara alusión a esos temas que se vinculan desde la prehistoria en el planeta tierra. La vida asociada a través de la gestación y del alumbramiento, los seres femeninos que nutren a esa nueva existencia, también a la tierra y la luna que por razones evidentes son vinculadas con lo femenino, se encuentran presentes en numerosas figurillas.
La obra maestra del arte huasteco, y una de las cumbres de la maestría mesoamericana, es el “Adolescente Huaxteco”, que representa a un joven de pie, desnudo, y con la mano derecha sobre el pecho y el brazo izquierdo ligeramente flexionado, apoyando la mano empuñada sobre su cadera. La cabeza reproduce fielmente las apariencias fisonómicas huaxtecas descritas en las crónicas: deformación craneanafrontocipital; cara ancha; con perforaciones en el septum y alas de la nariz; orejas perforadas para portar orejeras. Sus labios entreabiertos dejan ver los dientes aguzados en forma de picos. En su cuerpo se le observa que tiene cubierto por tatuajes la espalda, extremidades, debajo de la nuca, así como una parte del rostro, exceptuando la mitad izquierda del frente. En la espalda trae la figura de un neonato con cara en alto relieve mirando hacia el firmamento, su cuerpo, apenas esbozado, se aferra con pies y manos al torso del Adolescente, sostenido por un mecapal.
En esta pieza se sintetizan los símbolos que aluden a la génesis del mítico Dhipaak, alma del maíz, el elote tierno, alimento por antonomasia de la humanidad. En sus tatuajes se percibe una iconografía singular que se aplicó también a la cerámica.
Los huastecos también se auto nombraban chanes o izanes, que en el idioma téneck se interpreta “serpientes o culebras”, por este motivo los mexicas nombraban a la región Zicoac y a sus pobladores zicoacas. La Huasteca también era conocida entre los nahuas como Panteca; Panoteca; Panoyán; Cuextlán; Huastecapan y Tenec-bichou , así como lugar de bastimentos por su tierra fértil, prodiga en frutas y todo tipo de cultivos, por lo que desde la prehispánidad los huastecos han sido “bienaventurados porque de ellos es la Huasteca”.
Por Salvador Altamirano
EL Adolescente Huaxteco, obra maestra del arte téneck.