2025-11-18 14:08:01

Entre vaqueros, canciones, palomitas y una buena compañía.

 Huejutla Hgo. – Casi todos alguna vez hemos escuchado la frase: “Todo tiempo pasado fue mejor”, y a decir verdad desde el punto de vista particular de cada uno, esa aseveración tiene distintas aristas.  Escribir sobre las vivencias personales del Huejutla que me tocó vivir me produce una emoción tan grande, que la decisión de hacerlo no es para cambiar el modo de vivir o de pensar de usted amigo lector o lectora, más bien es un afán de compartir nuestra experiencia para que la riqueza de todo ello sea aquilatada y valorada. Sé que muchos no estarán de acuerdo en la denominación de ciudad para Huejutla por muchas razones, pero todo tiene un fundamento dada su importancia económica, religiosa, económica y cultural que representa al ser el “Corazón de la Huasteca Hidalguense “. Yo particularmente estaría feliz, romantizando un poco en que ojalá aún fuera un pueblo, sí un pueblo cálido y amable, ese donde casi todos nos conocíamos, donde saludar a cada persona que encontrábamos en sus calles y plazas empedradas era una buena costumbre que prácticamente se perdió.  Esos días de primavera y verano donde después de salir de clases, hacer nuestros deberes solíamos salir a jugar a las calles o a nadar en los ríos y arroyos que con aguas limpias y cristalinas se regaban los campos y huertos, que hacían de la Huasteca una comarca productiva, donde no existían los problemas sociales que el desarrollo y crecimiento nos dejaron. 

   Es por eso que en esta entrega hoy quiero hablarles de dos cosas que la niñez, los jóvenes y adultos disfrutaron en aquellos años idos, llenos de nostalgia y recuerdos: el cine y el circo.

   Me tocó ver muchas películas mexicanas y extranjeras en el Cine Hidalgo, yo no conocí el cine Alaska ni la primavera, mi padre y mi abuelo traían desde Tamazunchale los carretes cinematográficos a lomo de sus mulas, por encargo de Don Beto Zamora, la sala de cine estaba en la calle Velázquez Ibarra y 16 de enero, en el primer cuadro de la ciudad. El edificio aún se conserva. Quiénes son de la generación que tiene más de sesenta años pueden confirmar que el cine Hidalgo, contaba con área de luneta (butacas) y galería (bancas de concreto) en un mezzanine.  Ahí me tocó ver películas como La Ley del Monte con Vicente Fernández, otras más cuyos nombres no recuerdo.     En el pórtico de entrada estaba la taquilla, afuera sobre la banqueta unas señoras vendían dulces sobre unas mesas y las famosas “morelianas”, tostadas de maíz, embarradas con frijoles refritos, col o repollo picado, queso molido y coronadas con los deliciosos chiles en vinagre caseros, si esos que un día enlató Clemente Jacques, y cuyo origen está precisamente en esta tierra. Doña Chaya es el nombre que recuerdo de una de ellas, quien además también se encargaba de la venta de los boletos, pequeños tickets impresos en papel manila de diferentes colores, con el nombre del cine y un número de folio, para llevar el control. Tengo una anécdota de un personaje de cierta colonia, que un día comentó: “ayer fui al cine” y le preguntaron sus amigos _ ¿y qué tal estuvo la película?; él respondió: no sé, porque no entré, ¡me quedé esperando afuera! De esas historias cuántas habrá sin contar.

   Durante muchos años el cine Hidalgo fue el único en esta ciudad hasta que en el inicio de la década de los ochenta, se inauguró el Cine Huejutla, con una sala con capacidad para casi mil espectadores, aire acondicionado, alfombra roja, escenario, butacas acojinadas y mayores comodidades. 

   Recuerdo que muchas películas mexicanas tuvieron un gran éxito cuando se estrenaron aquí,  como aquella de La Mochila Azul protagonizada por Pedrito Fernández y María Rebeca; hubo un tiempo en que las películas extranjeras, particularmente las americanas habladas en inglés y subtituladas no se exhibían pues la gente no las prefería,  en cambio las películas de pistoleros, policías, ficheras y albures protagonizadas por Mario Almada,  Roberto Guzmán,  Álvaro Zermeño,  Carmen Salinas,  Rafael Inclán y Alberto Rojas eran las que tenían éxito rotundo.  El cine Hidalgo se negaba a morir, en manos de la familia de Don Salvador Villegas, fue remodelado y convertido en el Cinema Hidalgo, ya con aire acondicionado, sonido dolby estéreo, butacas más cómodas, recuerdo de color azul a diferencia de las de color naranja tan tradicionales en los viejos cines, tomó un nuevo aire y pudo competir de nuevo, esta vez con producciones en su mayoría extranjeras de acción, aventura, drama, terror y suspenso.  Pero llegaron a los hogares las primeras videocaseteras con formato beta en primer lugar y después en VHS, eso afectó a ambos cines locales pues la gente ya no debía esperar mucho tiempo para disfrutar de un título de estreno, ya que podía rentar una cinta en su videoclub favorito, recuerdo el Video Club Huejutla y el Video Hidalgo, no sé por qué muchos negocios históricamente han elegido esos nombres antes de crear una marca propia.  Las grandes cadenas nacionales como Video Centro y Video Visa nunca llegaron a la ciudad, tampoco el famoso BlockBoster Video.  Entre los videos y después el dvd la historia del Cine Hidalgo llegó a su fin, y un día cerró sus puertas para después reabrir como Discoteca Escándalo, para los millenials “antros “ahora y en ese mismo lugar actualmente subsisten dos giros comerciales que se complementan, un mini súper y un antro dónde hasta antes de la pandemia presente los jóvenes acudían a bailar, beber y divertirse.

   La historia del cine Huejutla, propiedad del Sr. Reyes Flores, ha sido distinta, para adaptarse a las nuevas condiciones en los noventas y primera década de éste siglo también se remodeló, pero para dividirse en dos salas más pequeñas, modernas y funcionales dónde hasta la fecha se siguen proyectando filmes, ahora sí nacionales y extranjeros, que en el último año ha tenido mucho éxito al estrenar al mismo tiempo que en todo el país, largometrajes como la zaga de The Avengers y otras más.

   En este sentido, en Huejutla el cine sigue presente, a pesar del crecimiento de las plataformas como Nétflix, Amazon y demás donde cualquiera, en cualquier momento puede disfrutar de su película, concierto o serie favorita.  Tiene muy poco tiempo, apenas en la administración municipal pasada que se había anunciado la construcción de una plaza comercial, un “mall” de estilo americano, que contaría con una tienda ancla de presencia nacional, con locales comerciales de distintos giros, estacionamiento para quinientos autos, cuyo atractivo principal se dijo serían las salas cinematográficas de la Cadena Nacional Cinemex, algo pasó y ese desarrollo comercial no se cristalizó, el proyecto estaba ubicado en el Blvd. Central, en el terreno conocido como “Las micheladas “, tal vez con la reactivación económica después de ésta pandemia se haga realidad, solo que las salas de Cinemex ya no estarían, pues lamentablemente los efectos negativos de la pandemia por Covid-19, fueron el factor determinante para que desapareciera esta cadena al no poder seguir subsistiendo sin operar

   Mención aparte merecen los cines ambulantes que también hicieron presencia en la región, aquellos de los coloquialmente llamados “húngaros “que en viejos camiones y furgonetas o camperos recorrían comunidades y colonias, montando carpas donde proyectaban cortometrajes y en muchos casos películas recortadas.  A pesar de la fama mal aplicada, porque se les atribuía el mote de “robachicos”, no dejaron de ser una opción de sana diversión para los lugareños que no tenían oportunidad de viajar y asistir a los cines de las grandes ciudades como México, Guadalajara, Monterrey o Tampico, incluidos los cines locales. 

   Con la tradicional Feria de Nochebuena, que se festeja en diciembre, junto a los juegos mecánicos, recuerdo casi siempre de Atracciones Lira, se establecía en un rincón de la plaza central, el llamado “Cine de Tarzán “, montado en una estructura metálica, donde por medio de los altavoces Radson, se invitaba a comprar las entradas y que además servían para reproducir el sonido de la película que se proyectaba en el interior.  Era parte de la diversión de chicos y grandes que se arremolinaban para entrar después de haberse subido y disfrutado del carrusel de “caballitos “o la rueda de la fortuna.

   En lo personal finalizo este artículo con aquella frase que dice: “El cine se ve mejor en el cine”.

   Nada se compara a disfrutar de tu película con buena compañía, en familia, con tu pareja y amigos, compartiendo las palomitas de maíz y el famoso refresco de cola. Algo que la contingencia sanitaria nos ha arrebatado, pero que esperemos muy pronto esté de nuevo en nuestra vida cotidiana.

Queda pendiente contar en la siguiente ocasión, las anécdotas del circo, más bien de los circos que después de recorrer muchas regiones del país y del mundo, un día llegaron a esta bella Huasteca Hidalguense.

Colaboración de Kalli Arahv para Zunoticia.

Por Zunoticia/Redacción

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