- “Los trastornos físicos, sumados a los sentimientos de culpa, fueron los puntos más sobresalientes que me llevaron a darme cuenta que no era normal lo que yo estaba haciendo”, Juliana.
Por Karen Rivera/Zunoticia
Huejutla, Hgo.- La ingesta por alcohol comienza desde un punto social, un lado “amable” que termina por arrebatar la familia, los valores e incluso la vida.
Muchos por temor, miedo al qué dirán o desconocer los programas de Alcohólicos Anónimos, no toman el valor para poder formar parte de esta gran hermandad, en la cual llegan a recobrar, lo que el alcoholismo les arrebató, “su vida”.
Este es el caso de Juliana, quien nos compartió su experiencia y la vida que ha llevado tras ser una alcohólica de buró y que hoy gracias al programa de AA continúa su rehabilitación a través de la Sección México y de los congresos o convenciones nacionales, donde aseguró, llegan a reunirse más de 14 mil personas, que se encuentran en este proceso.
La regla de oro
“El anonimato es el mandato protector que cubre toda nuestra sociedad. Si olvidamos este principio, se abrirá la caja de pandora, y saltarán para perdernos los duendes malignos del dinero, el poder y el prestigio. Pero tenemos confianza que estas fuerzas de destrucción nunca prevalecerán entre nosotros. Estamos preparados para pagar el precio de la paz. Haremos todos los sacrificios personales necesarios para hacer la unidad de Alcohólicos Anónimos. Y lo haremos porque hemos aprendido a amar a Dios y a nuestros semejantes”.
Por respeto a la entrevistada y acatando la regla de oro, Juliana compartió parte de sus vivencias y lo que sufrió con la enfermedad del alcohol.
La presentación
“Soy Juliana, soy una enferma alcohólica y mi experiencia dentro de Alcohólicos Anónimos ha sido mucha, la principal, recobrar los valores dentro de nuestro programa de recuperación AA Sección México, el reintegrarme a la sociedad, me ha hecho recobrar esa importancia y necesidad de sentirme útil”, citó.
“Llegué a AA hace 24 horas (como lo llaman ellos) y mis compañeros me sembraron la semilla del servicio, desde ese entonces he estado bajo esa estructura, ahorita se habla que ya estamos estructurados y en base a eso, he tenido una trayectoria de servicios que me han dejado muchas satisfacciones y el hecho de ya no beber una copa, el sentirme útil e integrada a la sociedad y a la familia, me han hecho más fuerte”.
“El hecho que hice una trayectoria alcohólica y fue llegar al estado de ebriedad, en mi caso, durante muchos años fui una bebedora social; en nuestro programas y principios nos menciona que como muchos de nosotros iniciamos esta trayectoria así empezamos y posteriormente llegamos hacer un bebedor fuerte, no llega al estado de ebriedad de manera continua, pero si en muchas ocasiones cuando hace contacto con el alcohol”.
Entrevistadora: ¿Cómo fue que tomó esa decisión de unirse a AA?, No cualquiera tiene ese valor de querer recuperarse e ingresar al programa por miedo al qué dirán o ser catalogados socialmente.
Respondió Juliana – “Es un paso que no cualquiera da y sobre todo cuando se ingirió alcohol muchos años sin que haya causado algún efecto o algún daño, a mí lo que me llevó a tomar esta decisión, es el hecho que ya tenía trastornos físicos fuertes, algunos me llevaron hasta internamientos a causa de mi deterioro, ahí me di cuenta de que lo que estaba haciendo no era algo normal”.

La historia
Juliana narró que, dentro de la enfermedad del alcohol y tras años de ser una bebedora de buró, se percató del daño que hacía a su familia, ya que sus hijos se avergonzaban de la forma de actuar de su madre.
“El daño que les estaba causando a mis hijos, (en ese entonces ya tenían alrededor de 18 o 20 años), me daba cuenta de que les daba vergüenza, se apenaban de la mamá, me escondían y llegó a mis manos un autodiagnóstico donde pude identificar que, (no fueron muchos años los que yo bebí como bebedor problema o como alcohólico), ya tenía problemas con mi forma de beber y eso me llevó a llegar a este programa”.
Los Congresos
Dentro de AA a parte de las sesiones en cada rincón del país, municipio o estado, también se realizan eventos de unidad, como el que se realizó el pasado sábado 4 de marzo en las instalaciones de la escuela secundaria “Héroe Antonio Reyes”, lugar donde dieron continuidad a la rehabilitación. Del mismo modo también se celebran las convenciones nacionales, donde más de 14 mil personas se reúnen para vivir la hermandad.
“A veces no encuentro las palabras para describir esa hermandad maravillosa, en esta reunión fuimos pocos, pero llevamos a cabo diferentes eventos que es donde consideramos que vivimos esa fraternidad y hermandad, sentirnos uno solo”, expresó.
“Aparte de todos estos eventos llevamos una convención nacional, donde nos reunimos un aproximado de 14 mil personas, se vive esa hermandad, el ver personas que en algún momento conocí en la actividad alcohólica, el haberlos verlos visto tirados en la calle, algunos de mi propia familia, ya totalmente devaluados, hoy ya están integrados a una familia y a una sociedad”, citó.
Dijo que en un principio, “Me negaba aceptarlo, hice contacto con el alcohol desde muy joven, no me causaba ningún estrago o problema, ni crudas físicas ni emocionales, me empiezo a dar cuenta cuando mi ingesta alcohólica aumentó, pero a la vez incrementaron los estragos en mí de manera física yo ahí vi la peor parte”.
“Despertar y darme cuenta que no podía levantarme a trabajar, tenía los vómitos, las temblorinas, la ansiedad, mucha desesperación, noches de insomnio y sentir vergüenza, esa fue una de las peores partes”, expresó con gran tristeza.
“El sentirme apenada por mi comportamiento aunque considero no fui mala copa, no pelee, no salía a los bares, yo era una bebedora de buró, normalmente ingería alcohol en casa, pero eso no quiere decir que no causara algún daño o me sintiera mal físicamente, esos trastornos físicos principalmente y sumados a los a los sentimientos de culpa, fueron los puntos más sobresalientes que me llevaron a darme cuenta que, no era normal lo que yo estaba haciendo, que yo ya estaba bebiendo de una manera desordenada”, indicó.
La recuperación
Manifestó que ella al ingresar a AA, no perdió físicamente a su familia, “llegué con una familia integrada, sin embargo, con mis hijos lastimados”.
Explicó, “En el programa llevamos los 12 pasos, dentro de esos, se encuentra identificar a quienes más les hemos causamos daños en la actividad alcohólica y yo me di cuenta de que a quienes les había causado más daño, había sido a mis hijos”.
Una vez que detectó este punto importante, Juliana, externó que le tocó aceptar y corregir el daño causado.
“En un momento dado tuve que acercarme a mis hijos hablar con ellos, hacer lo que llamamos ´una reparación del daño´”.
El día de hoy estoy integrada con mis hijos, con mis tres nietas, ellas ya no vivieron mi alcoholismo, pero mis hijos aceptaron esa reparación y considero que tengo una familia integrada”, finalizó.