Ellas… las flores de mi pueblo

  • Mujeres se auto emplean en el campo en corte de flor y venta, rancheando en las comunidades aledañas a diez pesos el rollo de flores.

Por Moisés Medrano/Zunoticia

Tlanchinol, Hgo.- Lirio blanco o rosa, alcatraz, gladiolas de colores, hortensia azul y blanco, helechos gigantes, astromelia de varios colores, la vara de San José con flor blanca, son algunas de las especies de la variedad que cultivan en sus parcelas los habitantes de Apantlazol con lo que mujeres generan ingresos con ventas en las comunidades.

 El mes de diciembre, mayo y abril, son la temporada alta de producción de flor y se trata de una actividad primaria que de manera no organizada se produce en parcelas de la comunidad, cuya comercialización es individualizada y es una forma temporal de hacerse de ingresos.

Caminamos empinadas laderas y otras de manera ascendente para recorrer dos parcelas de las diferentes que existen de cada familia que se dedica a la flor, porque el terreno, el clima, la altura y otros factores inciden en el cultivo y producción de flor.

 Lo más importante es lo que nos revelan las mujeres que son parte de la generación de economía para sobrevivir, doña María del Carmen Hernández Hernández, Adela Teresa Agustín, María Concepción Hernández nos narran que ellas cortan flor y la venden casa por casa en comunidades aledañas (Acahuasco, Olotla, Temamala, Toltitlán, Chichiltepec) se van caminando desde las tres de la madrugada para “ranchear” -venta en casa por casa-.

¿Cuánto cuesta un ramo de flor?

Diez pesitos, hay gente que ya sabe que vamos a pasar y quieren flores para su florero que está listo.

Dicen salen en grupo, ellas trabajan mano a mano, es decir, si una tiene flor todas van a vender, ayudarse mutuamente y luego cuando la otra cuenta con flor; se suman con la otra y que son varias quienes de alguna manera sacan para comer.

En algunos casos hay quienes no tienen terreno, compran flor y salen a vender de veinte, treinta o cuarenta rollitos. Nos aseguran que el precio es de poco dinero, que han intentado venderlo en quince pesos, pero luego la gente no compra y batallan para vender; aseguran que venden quelites de cola, alegrilla, papagallo, cilantro “de esta manera vendemos y sacamos doscientos o trescientos pesos”.

 Con palabras mochas, porque hablan poco el castellano, revelan orgullosas de sus labores en el campo “nosotros agarramos el machete, sembramos fríjolon en abril con los hombres usamos machete, güíngaro, porque no alcanzamos para el gasto a comer y nosotros usamos “la mano vuelta” un día salimos con una, otro día con otra, pero todas a vender y así la que tenga flor ya sabe que todas participamos en grupo, así ganamos algo”.

Dicen que, cuando van a vender flores es para el gasto, para la comida en la casa, que el trabajo que hacen es para ayudarse todas, de esa manera igual en la milpa todas van a trabajar a un terreno, ayudan y luego todas vienen a otro terreno porque no hay dinero para pagar a los once o doce peones, de esa manera acaban en un día o dos el trabajo. También son solidarias unas llevan refresco o atole de algún sabor para trabajar.

Llegamos a uno de los más hermosos lugares lleno de alcatraces, en medio del cual este tipo de lirio debe tener agua permanente, que alimenta de un nacimiento natural, la flor se ve esplendorosa porque está apenas creciendo y que será para abril o mayo cuando esté en todo su esplendor; el lugar es dentro de un gran follaje de helechos gigantes, grandes árboles en medio del agua y con verde musgo que sube en laderas, piedras y árboles.

Al trasladarnos al segundo punto en donde cortaremos flores para el ritual del “baño del niño”, un compañero rueda por la bajada intensa, por fortuna solo golpes contusos en tierra, la regidora Nora Aidhé Luciano nos acompaña y en corto platicamos de la grandeza del pueblo de Apantlazol, su forma de vida y manera de producir, sin asistencia técnica y con conocimientos básico malbaratan su producto para sobrevivir.

 Nos refiere que como Apantlazol, los pueblos tienen su propia mística, sus paisajes, sus rituales, su esencia, es única; existen otros pueblos que viven de manera muy marginada y la opción es encontrar mecanismos de construcción de pequeñas microempresas con su vocación primaria, entregando capacitaciones  con instituciones perfiladas para conseguir hacer empresas comunitarias que les permita vivir dignamente con lo que ellos hacen.

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