Enedino Hernández/Zunoticia
Huejutla, Hgo.- Este jueves 8 de agosto se recuerda con tristeza los 34 años del paso del huracán Diana por Huejutla, misma que dejó incalculables pérdidas de vidas humanas y materiales, además de la destrucción y un gran dolor.
El comerciante y costurero en la zona del mercado, Galileo Hernández Francisco, quien vivió en carne propia esta situación del paso del huracán Diana por Huejutla, en especial de las múltiples afectaciones a la zona del mercado, nos habla para Zunoticia Global su vivencia.
Dijo que las fuertes lluvias empezaron a caer el día 7 de agosto y al amanecer del 8 de agosto de 1990 “todo se había acabado”, el fenómeno del “Huracán Diana” azotó la Huasteca, muchas familias perdieron a sus queridos “los recuerdos son imborrables para quienes vivimos de cerca todo esto”.
Explica que este caso fue muy triste para Huejutla “fue una gran tragedia, se perdieron muchas vidas, fueron recuperados algunos cuerpos, todo lo demás se lo llevaron las aguas, rio abajo.
El 7 de agosto empezaron a caer las lluvias a las 11 de la mañana vimos que se ponía peor, aún no estaba el laminado en el mercado, por lo que decidí irme a mi domicilio junto con otros compañeros a mi poblado Romantla al cual llegamos ya muy noche”.
Abunda que nunca se imaginó que vendría lo peor “una creciente muy fuerte, el agua por todos lados…, el día 8 de agosto supimos que todo era una tragedia grandísima, llegamos nuevamente a lo que era el mercado, vimos a las familias llorando, buscando a sus familiares, todo se había perdido”.
Añade que fue a su local (a un costado de la Cruz Roja) la casa se había caído “el agua se llevó mis máquinas, mi ropa, mis trabajos. Muchas familias perdieron a sus integrantes, decimos ayudarlos en unidad, llegaron los cuerpos de rescate, la policía, así como funcionarios de gobierno”.
Galileo Hernández, subraya “en esos momentos, no había hambre, no había sed, todos teníamos que ayudar, el pueblo se unió para apoyar; fue cuando vi claramente una hermandad muy fuerte de Huejutla. De los ranchos nos traían bocoles, enchiladas, aquí no había nada, en canastas y chiquigüites los señores de las comunidades nos traían tortillas, café, lo que podían.
Aquí no había nada que comer, todo era un desperdicio, personal de salubridad nos dijeron que no comiéramos nada de lo que se había echado a perder, nos daban agua en botellas y los únicos que nos calmaron el hambre fueron los campesinos de las comunidades, nos traían lonche para la gente que estaba apoyando”.
Añade que los trabajos de rescate de la zona del mercado continuaron por varios días “a los cinco días estábamos en el mercado sacando todo, fue muy triste encontrar un cuerpo cubierto por mucho lodo, le quitamos un poco de lodo y jalamos, se desprendían las piernas del cuerpo, todo fue muy triste, nos cubríamos con playeras la cara para poder aguantar los olores, todo fue muy triste, ojalá y nunca de los nunca se repita esto”.
Comenta que todo sucedió, porque el rio estaba cubierto de maleza, no estaba descubierto para que corriera el agua, los puentes se saturaron, se desbordaron, el puente de Tecoluco que era de piedra fue conocido como el puente de la tragedia más grande, pues mucha gente curiosa observaba, se derrumba el puente y causa toda una inundación, estaba taponeada con palos, ramas, y todo, al caerse toda el agua se extendió causando los daños…
Concluye que tuvieron que pasar muchos años para poder recuperarse poco a poco, había mucha necesidad, toda esta tragedia fue de sorpresa, nadie estaba preparado para esto, quienes vivimos de cerca todo esto, aún estamos temerosos cuando se vienen las fuertes lluvias.