En Las Pilas se curtían los cueros para la industria talabartera de Huejutla

Por Salvador Altamirano/Zunoticia

Huautla, Hgo.- En años pretéritos en Huejutla, la industria talabartera tenía su auge en el Barrio de Tecoluco, cuyas pieles las adquirían en el antiguo caserío de San Francisco de los Ángeles, hoy comunidad de Las Pilas, municipio de Huautla.

Al respecto, don Odón Vélez Ortega, nativo y habitante de la cabecera, refirió que, entre los primeros curtidores de pieles de ganado que arribaron a la hoy comunidad de Las Pilas, se encontraba su abuelo, Cástulo Ortega, quien allá por el año de 1934 llegó con otras personas procedentes de la sierra, eran arribeños -dijo-.

Explicó que, en ese caserío antes conocido como San Francisco de los Ángeles, en ese entonces habitaban 10 familiar, máximo, entre ellas la de un señor adinerado que se llamaba Damián Téllez, en donde los nuevos colonos aprovechando la abundante materia prima, consistente en la corteza del árbol de encino, iniciaron con la industria curtidora de pieles de ganado, para cuyo efecto construyeron piletas o pilas, de ahí el actual nombre del lugar.

A pregunta expresa, refirió que había dos grandes pilas, una para tinta y otra para cal, donde desarrollaban el singular procedimiento tendiente a curtir cueros, consistente en primer término en quitarle el pelo a las pieles, las cuales cuando ya estaban en su punto vendían para la industria talabartera en Huejutla, Tantoyuca y Chicontepec.

Comentó que, en una de las piletas vertían agua y corteza del árbol de encino, cuyo líquido agarraba un color cafecito que tenía un olor apulcadito, después de un determinado tiempo las sacaban y echaban a la otra pila que contenía agua con cal, posteriormente empezaban a tallar las pieles para quitarles el pelo con un cuchillo del tamaño de un machete, con el filo doblado.

Subrayó que, ya limpia la piel, le daban forma del animal y la rellenaban con el bagazo de la corteza del encino, y la arrojaban a la pila que contenía tinta en donde la dejaban por espacio de ocho días.

Para finalizar, don Odón Vélez Ortega, comentó que cuando las pieles estaban flexibles hacían “timbres”, consistentes en tiras para las cinchas de los caballos, y elaborar sillas de montar, así como correas y suelas para huaraches, y demás enceres de utilidad para la gente de la zona rural.

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